martes, 25 de septiembre de 2012

Ilusión de otoño

Eusebio Sempere, Otoño, 1980
El otoño es la época del año en que uno vuelve a la manga larga y al jersey y a la vez aguarda con esperanza encontrarse días soleados en los que poder disfrutar del sol sin achicharrarse. El verano son meses inmóviles en los que uno ve cómo los días más luminosos del año se escapan al otro lado de la ventana sin poder hacer nada porque salir a la calle a las seis de la tarde es toda una osadía. El otoño pone fin al paréntesis estival, en que casi todo está cerrado o paralizado por el calor: uno puede ir ahora a los comercios sabiendo que los encontrará abiertos, vuelven los columnistas favoritos a los periódicos, en la calle uno siente que las ciudades arrancan de nuevo. Y en otoño también vuelven las exposiciones.
     Si no me equivoco, los precios del arte en Madrid no han subido después del verano. Puede que la entrada a los museos no sea barata, pero creo que no es del todo justo decir que sea cara, sobre todo si lo comparamos con otros ámbitos de la cultura. No se me ocurren lugares en Madrid donde exista mejor relación calidad-precio que el Museo del Prado o el Thyssen-Bornemisza. ¿Dónde se puede ver por esos precios tal número de obras maestras? En el caso del Prado, si uno tiene menos de 25 años incluso puede entrar gratis a ver la colección, algo que yo no aproveché como debía en mi etapa de estudiante.
     Y si a uno lo que le gusta es el arte contemporáneo, entonces lo tiene todavía más fácil. El Museo Reina Sofía es gratis muchos días y las galerías lo son siempre. Aunque estas últimas estén pensadas fundamentalmente para vender –al menos eso dan a entender los recepcionistas fríos y distantes, con agradables excepciones– una galería puede ser la mejor opción, si se acierta, para disfrutar del arte: las exposiciones son pequeñas y da tiempo a asimilarlas del todo, al contrario de lo que a veces pasa en los museos, en los que uno puede acabar agotado.
     La semana pasada, mi compañera de exposiciones y yo estuvimos repasando detenidamente la lista de galerías de Madrid, viendo cómo se presenta la nueva temporada. Hay pocas cosas que me gusten más que visitar dos o tres galerías por las mañanas mientras nos vamos dando un paseo tranquilo por Madrid. Habrá, como todos los años, sorpresas, felices reencuentros y alguna que otra inevitable decepción, aunque éstas se digieren mejor en compañía. Todo se reanuda ahora, en otoño. Qué ganas de empezar.


 
Autumn excitement

Autumn is the time when one changes back into long sleeves and jumpers, yet at the same time hopefully waits for sunny days in which to enjoy the sun without getting fried. Summer is a succession of immutable months during which one sees the most luminous days of the year pass by his or her window without being able to do anything about it: going out on the street at 6 pm is too risky. Autumn ends the summer parenthesis, during which everything is closed or paralysed due to the heat: one can go to the shops knowing they will find them open, our favourite journalists return to the newspapers, in the street one feels that the city is starting up again. Autumn also sees the return of exhibitions.
     If I’m not mistaken, the prices of art in Madrid haven’t changed after summer. The admission fees may not be cheap, but I don’t think it’s fair to say they’re expensive, especially if we compare them to other cultural activities. I can’t think of places in Madrid where the you get better value for money than in the Museo del Prado or the Thyssen-Bornemisza. Where else can you see so many masterpieces for that price? In the case of the Prado, if one is under 25, access to the permanent collection is free, which is something I should have taken more advantage of when I was a student.
     And if one is into modern and contemporary art, it’s even easier. The Reina Sofía Museum is free some days and galleries always are. Even if the latter are primarily for selling art –at least that’s the impression one gets from the cold and distant receptionists, with some pleasant exceptions– a gallery can be, if one is lucky, the best place to enjoy art: the exhibitions are small and can be fully appreciated, as opposed to what often happens in museums, where you can end up exhausted.
     Last week, my exhibition companion and I carefully went through the list of art galleries in Madrid to see how the new season presents itself. There are few things I like more than visiting two or three galleries whilst taking a walk through Madrid. As always, there will be surprises, happy reunions and a few inevitable disappointments, although these are more easily digested when one is accompanied. It all resumes itself again now, in autumn. I can’t wait to start.