Eusebio Sempere, Otoño, 1980 |
El otoño es la época del año en que uno vuelve a la manga larga y al
jersey y a la vez aguarda con esperanza encontrarse días soleados en los que poder
disfrutar del sol sin achicharrarse. El verano son meses inmóviles en los que uno
ve cómo los días más luminosos del año se escapan al otro lado de la ventana
sin poder hacer nada porque salir a la calle a las seis de la tarde es toda una
osadía. El otoño pone fin al paréntesis estival, en que casi todo está cerrado
o paralizado por el calor: uno puede ir ahora a los comercios sabiendo que los
encontrará abiertos, vuelven los columnistas favoritos a los periódicos, en la
calle uno siente que las ciudades arrancan de nuevo. Y en otoño también vuelven
las exposiciones.
Si no me equivoco, los precios
del arte en Madrid no han subido después del verano. Puede que la entrada a los
museos no sea barata, pero creo que no es del todo justo decir que sea cara, sobre
todo si lo comparamos con otros ámbitos de la cultura. No se me ocurren lugares
en Madrid donde exista mejor relación calidad-precio que el Museo del Prado o
el Thyssen-Bornemisza. ¿Dónde se puede ver por esos precios tal número de obras
maestras? En el caso del Prado, si uno tiene menos de 25 años incluso puede
entrar gratis a ver la colección, algo que yo no aproveché como debía en mi
etapa de estudiante.
Y si a uno lo que le gusta es
el arte contemporáneo, entonces lo tiene todavía más fácil. El Museo Reina
Sofía es gratis muchos días y las galerías lo son siempre. Aunque estas últimas
estén pensadas fundamentalmente para vender –al menos eso dan a entender los
recepcionistas fríos y distantes, con agradables excepciones– una galería puede
ser la mejor opción, si se acierta, para disfrutar del arte: las exposiciones
son pequeñas y da tiempo a asimilarlas del todo, al contrario de lo que a veces
pasa en los museos, en los que uno puede acabar agotado.
La semana pasada, mi compañera
de exposiciones y yo estuvimos repasando detenidamente la lista de galerías de
Madrid, viendo cómo se presenta la nueva temporada. Hay pocas cosas que me
gusten más que visitar dos o tres galerías por las mañanas mientras nos vamos
dando un paseo tranquilo por Madrid. Habrá, como todos los años, sorpresas,
felices reencuentros y alguna que otra inevitable decepción, aunque éstas se
digieren mejor en compañía. Todo se reanuda ahora, en otoño. Qué ganas de
empezar.
Autumn excitement
Autumn is the time
when one changes back into long sleeves and jumpers, yet at the same time
hopefully waits for sunny days in which to enjoy the sun without getting fried.
Summer is a succession of immutable months during which one sees the most
luminous days of the year pass by his or her window without being able to do
anything about it: going out on the street at 6 pm is too risky. Autumn ends
the summer parenthesis, during which everything is closed or paralysed
due to the heat: one can go to the shops knowing they will find them open, our
favourite journalists return to the newspapers, in the street one feels that
the city is starting up again. Autumn also sees the return of exhibitions.
If I’m not mistaken, the prices of art in Madrid haven’t changed after
summer. The admission fees may not be cheap, but I don’t think it’s fair to say
they’re expensive, especially if we compare them to other cultural activities.
I can’t think of places in Madrid where the you get better value for money than
in the Museo del Prado or the Thyssen-Bornemisza. Where else can you see so
many masterpieces for that price? In the case of the Prado, if one is under 25,
access to the permanent collection is free, which is something
I should have taken more advantage of when I was a student.
And if one is into modern and contemporary art, it’s even easier. The
Reina Sofía Museum is free some days and galleries always are. Even if the
latter are primarily for selling art –at least that’s the impression one gets
from the cold and distant receptionists, with some pleasant exceptions– a
gallery can be, if one is lucky, the best place to enjoy art: the exhibitions
are small and can be fully appreciated, as opposed to what often happens in
museums, where you can end up exhausted.
Last week, my exhibition companion and I carefully went through the list
of art galleries in Madrid to see how the new season presents itself. There are
few things I like more than visiting two or three galleries whilst taking a
walk through Madrid. As always, there will be surprises, happy reunions and a
few inevitable disappointments, although these are more easily digested when
one is accompanied. It all resumes itself again now, in autumn. I can’t wait to
start.