domingo, 1 de enero de 2012

Construyendo un nuevo mundo

El periodo de entreguerras es una época fascinante tanto desde el punto de vista histórico como desde el artístico. Muchos vieron en el final de la Gran Guerra una oportunidad para crear un orden nuevo, un hombre nuevo que supiera construir un mundo basado en la razón. Lo que era aplicable a la política lo era también para el arte. Son célebres las consideraciones que en este sentido expuso Walter Gropius, fundador de la Bauhaus de Weimar en 1919.
     En términos artísticos, el periodo de entreguerras vio una vuelta a la figuración en sus diversas vertientes pero también un afianzamiento de un arte que podemos englobar bajo el calificativo de “constructivo”. Esto último es lo que explora la actual exposición de la galería Guillermo de Osma, que reúne una importante muestra de los artistas que durante los años 20 y 30 del pasado siglo debatieron en torno a la creación de un arte nuevo que sirviera de reflejo a la nueva sociedad que habría de nacer tras el horror de la guerra. El título de la exposición resulta, por tanto, muy elocuente: Construyendo utopías.
     Un nuevo orden social construido sobre la razón parecía tener su lógico equivalente estético en un arte basado en el orden geométrico. Y encontramos buena muestra de ello aquí. El excelente y extenso catálogo, escrito por Hernando Pérez Díaz, es una guía que nos lleva por los distintos centros de debate y creación de este arte constructivo. El primer referente es el grupo holandés De Stijl, y de ahí pasa por Berlín, la Bauhaus, Hannover y París, antes de dar el salto a América, donde recalaron y dejaron sentir su influencia muchos artistas europeos que huyeron del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial.
     Además de reunir pequeñas obras de algunos de los nombres más importantes de la vanguardia europea, tales como Arp, Moholy-Nagy, Schwitters o Van Doesburg, la exposición presenta ejemplos prácticos de uno de los objetivos primordiales para muchos de estos artistas y teóricos: el arte puesto al servicio del hombre, esto es, borrar –o al menos difuminar– las fronteras entre el arte y el diseño. Hay varios ejemplos de ello, como la Silla Zig-Zag de Rietveld, una Lámpara neoplástica de Félix de Marle o la silla CO-OP de Hannes Meyer.
Kurt Schwitters, Dos manchas amarillas, 1947
     El catálogo, como ya se ha mencionado, recoge los distintos grupos a los que estos artistas pertenecieron y sirve como introducción para los que se adentren en este terreno por primera vez. Aprendemos, por ejemplo, cómo Theo van Doesburg, fundador de De Stijl, es un personaje que sobrevuela prácticamente todo el periodo, desplazándose de Holanda a Weimar, donde ejercería una labor de magisterio que competiría con la Bauhaus, donde nunca fue aceptado por Gropius por su excesivo dogmatismo. Quizá el gran pero de este periodo –de buena parte de la vanguardia, en realidad– es la excesiva ortodoxia que cada movimiento o tendencia imponía sobre sus seguidores, excluyendo como “no verdaderamente artístico” o burgués todo lo que no se rigiera por sus estrictas normas. Otro ejemplo es el mencionado Meyer, que sustituyó a Gropius al frente de la Bauhaus y supeditó buena parte de la actividad de la escuela a la primacía de una arquitectura basada en sus fuertes convicciones marxistas.
     Pero esta exposición recoge también a algunos artistas disidentes. Se me ocurren al menos tres: Johannes Itten, fundador del famoso “curso preliminar” de la Bauhaus, cuyo collage aquí expuesto hace satírica referencia a los conceptos de arte mecánico y hombre mecánico; el siempre original Paul Klee, a pesar de las influencias que pudiera recibir del arte geométrico; y uno de los clásicos de esta galería, Joaquín Torres García, que nunca aceptó que las tendencias constructivistas desterrasen para siempre la representación figurativa.
     Por todo ello considero que esta exposición es de gran interés para todo aquel que desee indagar acerca de un periodo de intenso y fructífero debate artístico, así como el que sencillamente quiera disfrutar de una amplia y variada reunión de maestros del siglo XX.

Construyendo utopías. De De Stijl a la New Bauhaus. Galería Guillermo de Osma. Claudio Coello 4, Madrid. Hasta el 17 de febrero.


Constructing a new world


The interwar period is a fascinating time in both historical and artistic terms. Many saw the end of the Great War as an opportunity to create a new order, a new man who could construct a world based on reason. What was applicable to politics was also applicable to art. The ideas expressed by Walter Gropius, founder of the Bauhaus in 1919, regarding the matter are celebrated.
     In artistic terms, the interwar period saw a return to figurativism in its various tendencies but also the consolidation of an art we can refer to as ‘constructivist’. The latter is what the current exhibition at Galería Guillermo de Osma explores, bringing together an important series of artists who during the 1920’s and 1930’s debated on how to create an art that would reflect the society that was to be born after the horror of the war. The title of the exhibition, therefore, speaks for itself: Constructing Utopias.
     A new social order built on reason seemed to have its logical aesthetic counterpart on an art based on geometry. We find a good show of this here. The excellent catalogue, written by Hernando Pérez Díaz, guides us through the various centres of debate and creation of this constructivist art. The first reference point is De Stijl, and from there we travel to Berlin, the Bauhaus, Hannover and Paris, before leaping to America, where many influential European artists arrived in their flee from Nazism and the Second World War.
     Besides showing small works by many of the important names of the European avant-garde, such as Arp, Moholy-Nagy, Schwitters or Van Doesburg, the exhibition presents us with practical examples of one of the primordial concerns for many of these artists and theorists: art at the service of man, this is, the elimination –in part , at least– of the boundaries between art and design. There are various examples here, such as Rietveld’s Zig-Zag Chair, a Neoplasticist lamp by Félix de Marle or Hannes Meyer’s CO-OP chair.
     The catalogue, as has previously been mentioned, reflects the different groups to which these artists belonged, and it is a good introduction for those who encounter this period for the first time. We learn, for example, how Theo van Doesburg is a figure that flies over the entire period, moving from the Netherlands to Weimar, where his teachings would rival those of the Bauhaus, where he was never accepted by Gropius due to the Dutchman’s excessive dogmatism. Maybe the period’s most important defect –of most of the avant-garde, really– is the excessive orthodoxy each movement or tendency imposed on its followers, everything outside its strict norms being considered bourgeois or ‘not really art’.
     But this exhibition also features dissident artists. I can think of at least three: Johannes Itten, founder of the Bauhaus’ famous Vorkurs, whose collage presented here satirically refers to the concept of mechanical art and the mechanical man; the always original Paul Klee, besides the influences he received from geometrical art; and one of this gallery’s classics, Joaquín Torres García, who never accepted the banishment of figurative representation imposed by the constructivists.
     For all this, I consider this exhibition is of great interest for everyone interested in a period of intense and fruitful artistic debate, as well as for those who simply want to enjoy a large and varied reunion of 20th Century masters.

Constructing Utopias. From De Stijl to the New Bauhaus. Galería Guillermo de Osma. Claudio Coello 4, Madrid. Until 17th February.

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