lunes, 11 de junio de 2012

Entre el pulso cerebral y sanguíneo

Soñé que revelabas (Ucalyali-Pachitea),
2012
Hay una constante en las tres series que conforman la exposición de Juan Uslé (Santander, 1954) en la galería Soledad Lorenzo, y es la tensión entre el orden y lo espontáneo, entre lo cerebral y lo impulsivo. En la primera sala de la galería se encuentran cuatro grandes lienzos pertenecientes a la serie Manthis. Ya sean más o menos coloridos, todos parten de un fondo ordenado y calculado, en forma de retícula por lo general. El meticuloso orden del fondo contrasta con las formas que Uslé pinta sobre él, en las que se recrea en la curva y el rizo, conformando elementos orgánicos, cuando no directamente intestinos.
     En la siguiente sala, más recogida, se encuentran los cuadros de pequeño formato de la serie Nemaste. A pesar de la diferencia respecto a las Manthis, continúa la pugna, ahora más silenciosa, entre la espontaneidad y el rigor. Se trata de establecer cierto orden allí donde apenas hay líneas rectas o formas precisas, sino elementos irregulares. Es digno de mención cómo Uslé consigue llegar a este punto, cómo es capaz de crear composiciones rigurosas sin recurrir a la escuadra y el cartabón de las Manthis, algunos con resultados muy bellos y sugerentes (Luz silenciosa, por ejemplo).
     Uno se pregunta si quizá es cuestión de tamaño el hecho de que estas obras funcionen, en mi opinión, mejor que las primeras, si acaso será que en una tela grande esa dualidad cálculo-impulso se disipa. Pero enseguida abandono este razonamiento, al pasar a la última sala y encontrarme con tres impresionantes y enormes lienzos de la serie Soñé que revelabas. A diferencia de las Manthis, que parten de un razonamiento conceptual previo, Uslé reconoce que las otras dos “familias”, como él llama a sus series, parten de impulsos más puramente espontáneos. En el caso concreto de Soñé que revelabas, Uslé dice que trata de seguir su propio pulso “hasta que el bombear de la sangre mueva las pinceladas”. Se trata de un ejercicio hecho en estado de trance, que se consigue a través de la repetición incesante de un mismo motivo. Lo interesante de esta repetición es que su intención de regularidad es una intención irrealizable. Es imposible que cada una de las cientos de pinceladas sean idénticas: cada una es similar y a la vez distinta de la anterior.
     Si tomamos como hilo conductor de esta exposición la aludida tensión entre lo regular y lo espontáneo, considero que es la última serie la que mejor refleja esta dicotomía. No sólo eso, sino que son las más poderosas y rotundas. Las finísimas líneas que atraviesan la composición en horizontal son el toque final de maestría.

High Noon. Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 24 de junio.


Pulse of the brain and the blood

There’s a constant idea throughout the three series that make up Juan Uslé’s (Santander, 1954) exhibition at Soledad Lorenzo Gallery: the tension between order and spontaneity, between rationality and the impulsive. In the first room, there are four large paintings that belong to the Manthis series. All of them present an orderly and calculated background, generally in the form of a grid. The meticulous order of the background contrasts with the organic-type forms that Uslé paints on top of it, revelling in curves and loops.
     The next room hosts six paintings from the series Nemaste. Despite the aesthetic differences between the two series, the struggle between spontaneity and rigour continues. The aim is to establish a certain order where there are only irregular forms, and he does it in an apparently effortless style, without requiring rulers or compasses, obtaining some very beautiful and suggestive results (Silent Light, for example).
     One asks himself if it’s maybe the size that makes these paintings work better, in my opinion, than the Manthis series. But I quickly abandon this theory as I enter the last room and find myself with three impressive and enormous canvases from the series Soñé que revelabas. As opposed to the Manthis paintings, which have a more conceptual origin, Uslé admits that the other two “families”, as he calls his series, are more impulsive. In the case of Soñé que revelabas, he says he tries to follow his own heartbeat, “letting it go until the blood pumps and the brushstrokes come into action.” It all happens in a state of trance which is reached through the endless repetition of a certain motif. The interesting thing about this repetition is that his intention of regularity is unreachable. It’s impossible for each one of those hundreds of brushstrokes to be identical: each one is, at the same time, similar and different to the previous one.
     If we assume that the tension between the orderly and the spontaneous is the leitmotif of the exhibition, I think it’s the last series that best reflects this dichotomy. Not only that; they are also the most powerful paintings. The very thin lines that cross the canvases from left to right are the last master touches.

Noon. Soledad Lorenzo Gallery. Orfila, 5. Madrid. Until 24th June.