El arte puede ser, en algunos casos, un instrumento
sociológico mucho más potente que los datos puros y duros. Dicho esto, es
cierto que hay pocos artistas que lo consigan. David Goldblatt (Randfontein,
Sudáfrica, 1930) ha centrado buena parte de su obra fotográfica en dejar
constancia de diversos fenómenos sociales que han tenido o siguen teniendo
lugar en su país. Su fama se debe en buena parte a las fotografías a través de
las cuales denunció el apartheid en
Sudáfrica a finales del siglo pasado.
El proyecto que se presenta ahora en la galería Elba Benítez surgió de un dato estadístico: el alto índice de criminalidad de Sudáfrica. Preguntándose por el porqué de los crímenes y quiénes son los que los cometen, Goldblatt se ha dedicado a poner cara a un puñado de los muchos delitos que se cometen diariamente en el país. Se inclinó por tratar a personas que ya pasaron por la cárcel y, a través de una organización que trabaja con presos, los llevó consigo para ser fotografiados en el lugar donde cometieron el crimen por el que fueron condenados.
El proyecto que se presenta ahora en la galería Elba Benítez surgió de un dato estadístico: el alto índice de criminalidad de Sudáfrica. Preguntándose por el porqué de los crímenes y quiénes son los que los cometen, Goldblatt se ha dedicado a poner cara a un puñado de los muchos delitos que se cometen diariamente en el país. Se inclinó por tratar a personas que ya pasaron por la cárcel y, a través de una organización que trabaja con presos, los llevó consigo para ser fotografiados en el lugar donde cometieron el crimen por el que fueron condenados.
El elenco
de delitos es muy amplio, desde pequeños hurtos hasta violaciones y asesinatos.
Goldblatt, sin embargo, no hace distinción alguna entre ellos. Estos retratos
en blanco y negro no nos revelan nada; para saber que los retratados son
antiguos delincuentes en la escena de un delito hace falta remitirse a los
textos que acompañan a cada obra. Estos textos, asépticos, son meras
descripciones de las vidas y crímenes de los protagonistas, sin rastro de
emoción o juicio. Puro trabajo documental.
Si soy
sincero, suelo desconfiar de la unión entre arte y sociología, ya que acostumbra a ser
una excusa para descarados panfletos políticos en los que la parte visual acaba
siendo una pálida ilustración del extenso y soporífero apartado teórico. A
diferencia de éstos, las fotografías de Goldblatt no tienen vocación de
propaganda. El suyo es un acercamiento personal a un fenómeno tremendamente
complicado como el crimen y las causas que llevan a cometerlo. Goldblatt no
juzga ni pretende que nosotros juzguemos, y no por ello cae en un relativismo
muy propio de cierto arte contemporáneo. Aquí el crimen no es un tema
banalizado; Goldblatt trata de averiguar sus límites y qué distancia nos separa
a cualquiera de nosotros de convertirnos en criminales: seguramente mucho menos
de lo que creemos.
Como
siempre es interesante conocer la opinión del artista, recomiendo la lectura de
un texto del propio Goldblatt en la nota de prensa de la galería, así como una
jugosa entrevista con Fietta Jarque (El País, Babelia, 22/09/12). De ambos deduzco que este fotógrafo se propone exponer
la vida como es, sin endulzarla ni amargarla. Las conclusiones son cosa de cada
cual.
David
Goldblatt. Ex Offenders at the Scene of Crime. Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 3 de
noviembre.
Paul Tuge en el lugar donde se escondió después de disparar a un policía en 2001, 2010 |
Flesh and blood statistics
In many
cases, art can be a much more powerful sociological instrument than the bare
facts themselves. That said, it’s true that not many artists achieve this.
David Goldblatt (Randfontein, South Africa, 1930) has focused much of his work
on many of the hard social aspects of his country. His fame is due in great
deal to the series through which he denounced apartheid during the 1980’s and
90’s.
The project he now presents at Elba Benítez gallery has its origin in statistics: South Africa’s high crime rate. After asking himself about the causes of crimes and who commits them, Goldblatt has put a face to a handful of the many offences committed every day throughout the country. He chose people that had already been released from prison. Through an organisation dedicated to dealing with convicts, he took photos of them at the scene of the crime they had committed and for which they were sentenced.
The range of offences is large, from small robberies to rape and murder. Goldblatt, though, makes no distinction between them. These black and white portraits reveal nothing; in order to know that those portrayed are ex offenders we must read the texts that go with each photo. These texts, equally aseptic, are mere descriptions of the lives and crimes of the person in the picture, without a trace of emotion or judgement. Pure documentary work.
The project he now presents at Elba Benítez gallery has its origin in statistics: South Africa’s high crime rate. After asking himself about the causes of crimes and who commits them, Goldblatt has put a face to a handful of the many offences committed every day throughout the country. He chose people that had already been released from prison. Through an organisation dedicated to dealing with convicts, he took photos of them at the scene of the crime they had committed and for which they were sentenced.
The range of offences is large, from small robberies to rape and murder. Goldblatt, though, makes no distinction between them. These black and white portraits reveal nothing; in order to know that those portrayed are ex offenders we must read the texts that go with each photo. These texts, equally aseptic, are mere descriptions of the lives and crimes of the person in the picture, without a trace of emotion or judgement. Pure documentary work.
If I’m honest, I am usually mistrustful
when I see the words art and sociology together, since it’s normally an excuse
for shameless political rhetoric, where the images barely sustain the hard theory.
On the contrary, Goldblatt’s photos have no vocation for propaganda. His work
is a personal approach to a very complicated matter, as is the case of crime
and the causes that lead people to commit it. Goldblatt doesn’t judge, and
doesn’t expect us to do so, but doesn’t give in to the relativism that characterises
certain contemporary art. Here, crime is not some banal theme; Goldblatt wants
to discover its limits and just what distance separates any of us from becoming
criminals ourselves: it’s probably much smaller than we think.
Since it’s always interesting to know the
artist’s opinion, I recommend reading Goldblatt’s own words on the gallery’s
press release, as well as an interview with Fietta Jarque (El País, Babelia, 22/09/12). I deduce from both
of these that here is a photographer that strives to present life as it is, no
more, no less. The conclusions depend on each one of us.
David
Goldblatt. Ex Offenders at the Scene of Crime. Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Until 3rd September.