martes, 14 de mayo de 2013

¿Por qué no Madrid?

De un día para otro, puede verse violentamente alterada la manera en que uno mira las cosas que está aburrido de ver o los lugares que conoce de sobra. Hace una semana me confirmaban que me habían aceptado para un puesto de trabajo en prácticas en el extranjero y que tenía algo más de dos semanas para organizar el viaje, ponerme vacunas, tramitar el visado e informarme sobre asuntos bancarios. El hecho de que hace apenas un mes esto no me lo podría siquiera haber imaginado le da a todo un grado mayor de urgencia. Ahora uno se da cuenta de cuánta gente merece una despedida sentida y de cuáles son las cosas que uno más va a echar de menos. Este cambio importante no va a suponerme ningún trauma, lo sé. Se me ofrece una gran oportunidad que no pienso rechazar, pero no puedo dejar de ver todo esto como el definitivo abandono de una infancia muy prolongada.

Arte de urgencia. Me parecía que la despedida de este blog no podía ser una entrada escrita hace más de dos meses. He disfrutado mucho escribiendo aquí a lo largo de los tres últimos años y echaré de menos ir a galerías y museos y decidir sobre qué exposición escribir cada semana. No he escrito en mucho tiempo no sólo por los preparativos para el viaje, sino porque hace mucho que no visito exposiciones. Ahora, cuando los días restan en vez de sumar, he tenido que ser selectivo y decidir cuáles quiero ver antes de marcharme. La primera de la lista, con mucho, era la de Paul Klee en la Fundación Juan March. No me olvido del día en que empecé a aprender sobre este gran artista en clase de Francisco Calvo Serraller. Antes de darnos siquiera su nombre, el profesor empezó por hacer un retrato de un artista imponente, clave en el siglo XX, pero que nunca recurrió a gritos para reclamar la atención. Para darnos a entender su excepcionalidad, habló de cómo Picasso, que sentía desprecio por casi todos los artistas, se dignó a ir a visitarlo a su casa. La admiración que desde ese día siento hacia Klee, incluso antes de ver su obra en directo, sólo ha aumentado. ¿Por qué? Porque es un artista que te obliga a mirar. En realidad, todo gran arte lo requiere, pero en el caso de Klee es muy difícil hacerse una idea con un simple vistazo. Huye sigilosamente del lenguaje publicitario, ese que sirve igual para una obra maestra de la pintura que para una marca de colonia. Esas ráfagas de imágenes a veces nos crean la sensación de que sabemos algo sobre los artistas. La exigencia de inmediatez nos obliga a extraer ciertos elementos que nos permiten encajarlos cómodamente en apartados: éste es un colorista, este otro un pintor gestual, éste es conceptual, aquel es figurativo, este es abstracto… y un sinfín de evidencias que por sí solas no dicen absolutamente nada. El caso de Klee es distinto porque no hay una sola característica de su obra que sobresalga por encima del resto. Es un artista de una enorme sensibilidad, que trata con el mismo mimo y sutileza el color, la composición y el ritmo. La exposición de la Juan March se centra en su papel como profesor de la Bauhaus, y queda claro que a esta sensibilidad innata le acompañaba un trabajo intelectual muy riguroso. De hecho, yo no sé cuántas de estas pinturas se pueden considerar obras en sí mismas. Si todos eran ejercicios para sus clases, yo los disfruté igual. El caso es que si me paro a pensarlo, ¿cuándo no he disfrutado yo en la Fundación Juan March?

En torno a Génova. Echaré de menos visitar galerías. A veces sé lo que voy a ver, pero otras muchas me doy paseos para ver qué me encuentro. La zona por excelencia son los alrededores de la calle Génova. Cuántas veces habré salido del metro de Alonso Martínez o venido dándome un paseo desde el Café Comercial para recorrer los aledaños de esta calle, casi siempre muy bien acompañado. A un lado, la calle Orfila, con Marlborough, Cayón y, hasta hace muy poco, Soledad Lorenzo. Y, en perpendicular, en Monte Esquinza, la siempre sorprendente Astarté, una de mis favoritas. Otras veces, mi acompañante y yo empezamos por el lado contrario y vamos a la exigente Elvira González. Y cuando atacamos por este lado casi siempre acabamos en Rafael Pérez Hernando, donde siempre nos han tratado con mucha amabilidad y han mostrado mucho interés por este blog. También han sido muy amables conmigo en Javier López, que, a pesar de estar tan a desmano, siempre es agradable visitar por charlar un rato con las chicas que llevan la galería. Aunque la lista de galerías a visitar siempre es amplia (además de las citadas, están Guillermo de Osma, Fernández-Braso, Álvaro Alcázar, Juana de Aizpuru…), la zona de Génova es el comodín para esos días en los que uno quiere visitar varias exposiciones sin pensar demasiado en cuáles.

Madrid. Escribo esta última parte desde el lugar en el que, si todo va como esperado, pasaré el siguiente año. Esta ciudad no se caracteriza por tener un gran número de galerías de arte moderno. A cambio, esta será la primera vez que vea in situ manifestaciones de arte asiático. Quién sabe si no acabaré quedándome aquí, cautivado por el encanto del exótico Oriente, pero dudo mucho que, tras mis años de estudios, no me lleven de vuelta a Occidente los museos y galerías donde habitan los artistas que más admiro. Nunca le doy valor a que casi todo lo que sé sobre arte lo he aprendido en un solo lugar. Quién duda de que, cuando se piensa en las grandes capitales del arte (al menos, contemporáneo), la primera de la lista no es Madrid. He oído más de una vez a gente del mundo del arte hablar de ella como una ciudad provinciana, muy pobre en su oferta cultural. Después de varios años pateándome la ciudad en busca de exposiciones, afirmaciones como esta me parecen insultantes. Siempre hay algún erudito con aire de desdén que da a entender que tres años en Madrid valen menos que una semana en, por ejemplo, Nueva York porque allí está lo que hay que ver. Pero uno ya va sabiendo lo que duran en el mundo del arte contemporáneo “lo mejor” o “lo imprescindible”.  (En este sentido, no sé en qué creen distinguirse algunos críticos de arte de los editores de revistas de música pop para adolescentes) El mérito no está en vivir en un lugar donde la oferta es infinita, sino en saber aprovechar lo que ese lugar te ofrece. Desde luego que en Madrid no siempre todas las exposiciones son interesantes pero, ¿acaso lo son en todos aquellos lugares infinitamente más cool? No sólo hablo de arte, aunque es lo que más de cerca me toca. Hablo de teatros, de salas de concierto, de ciclos de conferencias, de cines en versión original, de la inmortal Filmoteca. Dudo mucho que vivir en una de las metrópolis del arte actual le garantice a uno tener un mejor ojo para lo que es bueno y lo que es malo. Quizá sea mejor mirar desde la distancia para discriminar con más acierto. Cuando uno se plantea dedicar buena parte de su vida a hablar sobre arte, ¿por qué no empezar en otro lugar? ¿Por qué no, por ejemplo, en Madrid?

Este texto se lo dedico a las cuatro personas que me han leído fielmente desde que empecé a escribir este blog. Muchas gracias por vuestros elogios y críticas constructivas.


Why not Madrid?

The way we look at things we are accustomed to seeing can be violently shaken in a matter of moments. A week ago I was told I had been accepted for an internship abroad and that I had little more than two weeks to get everything ready. Barely a month ago I could not have imagined this, which makes it all ever more urgent. It is now that I realise how many people deserve a sincere farewell and which things I will miss the most. This important chang is not all that dramatic, I know. It is a great opportunity that I do not intend to lose out on, but I can’t prevent myself from seeing all this as the definitive end of a much prolonged childhood.

Urgent art. I thought that it would be a real shame for the final entry of this blog to be a text written over two months ago. I have thoroughly enjoyed writing down my views over the course of the past three years and I will miss going to galleries and museums and deciding which exhibition to write about each week. I haven’t written in a long time not only because I’ve been preparing the journey, but because it’s been some time since I last saw an exhibition. Now, when the days seem to pass quickly, I’ve had to be very selective and choose which shows I wanted to see before leaving. The first one on the list was, undoubtedly, the one dedicated to Paul Klee at Fundación Juan March. I’ll never forget the day on which I began to learn about this great artist in the class of Francisco Calvo Serraller. Before even giving us his name, the professor started to describe an imposing, crucial artist who never saw the need to cry out for attention. In order to illustrate his extraordinary figure, he told us how Picasso, who despised almost every artist, once visited Klee at his house. The admiration I’ve felt towards Klee from that day on, even before seeing his works live, has only grown. Why? Because he’s an artist that demands close attention. In truth, all great art requires it, but in his case it’s very difficult to take a quick look and even begin to get a slight idea of what his work is about. He silently avoids commercial language, the kind that is used in the same way for an artistic masterpiece and for a fancy brand of perfume. Those successions of images at high speed sometimes give us the impression that we actually know something about the artists. The demand of giving hasty judgements make us extract certain elements of an artist’s work in order to insert them into comfortable labels: this artist is a colourist, that one is painterly, this one is conceptual, this one figurative, that other one is abstract... and a succession of other obvious remarks that by themselves mean nothing at all. Klee’s case is different because there is no individual characteristic of his works that stands out from the others. He is an artist with an enormous sensitivity who treats colour, composition and rhythm with equal care and subtleness. The exhibition at Juan March concentrates on his role as professor at the Bauhaus, and it is clear that his innate sensitivity was matched by rigorous intellectual hard work. In fact, I don’t know how many of the pieces shown are finished artworks. If they were all exercises in preparation for his classes, I enjoyed them all the same. Come to think of it, when have I ever not enjoyed myself at Fundación Juan March?

Around Génova. I will miss visiting art galleries. Sometimes I know exactly what I want to see, but at other times I just take a stroll to see what I find. My favourite zone is the one surrounding calle Génova. How many times I must have ascended from the station at Alonso Martínez or come walking from the Café Comercial with the aim of visiting Génova and around, nearly always with very good company. On one side, calle Orfila, with Marlborough, Cayón and, until very recently, Soledad Lorenzo. And, just a few steps away, at Monte Esquinza, Astarté, one of my favourites. Other times, my companion and I start on the other side of Génova and visit the demanding Elvira González. Walking through this area, we nearly always end up at Rafael Pérez Hernando, where they have always been very kind to us and shown sincere interest for this blog. They’ve also been very kind to me at Javier López, where (although it’s a little far away) it is always nice to go to chat for a while with the girls that run it.  Although the list of galleries to visit is always large (apart from the ones mentioned above, there’s Guillermo de Osma, Fernández-Braso, Álvaro Alcázar, Juana de Aizpuru…), the area surrounding Génova is the default choice whenever we want to visit various exhibitions without thinking too hard about which ones.

Madrid. I write this last part from the place where, if everything goes as planned, I will spend the following year. The city I’m in doesn’t precisely boast a large number of modern art galleries. On the other hand, it is the first time I’ll be able to encounter Asian art live. Who knows if I won’t end up staying here, fascinated by the charms of the exotic Far East, but I doubt that, given my years of study, I won’t be drawn back again to the West by the museums and galleries where my most admired artists live. I never value enough the fact that I have learned nearly everything I know about art in one same place. There’s no doubt that when one thinks of the big capitals of art (modern and contemporary art, at least), Madrid is not the first one on the list. I’ve heard people in the art world refer to the city as provincial and poor in terms of cultural offer. After various years of walking up and down the city in search of exhibitions, I take comments like these as an insult. There’s always some arrogant know-it-all  that seems to think that three years in Madrid is worth less than a week in, say, New York because that’s where you can see what has to be seen. As if the terms “best” or “essential” actually meant anything in the world of contemporary art, where “the next big thing” lasts just about the same period as songs in the pop charts. What matters is not if you live in a place where the offer is infinite, but rather how you take advantage of what that place offers you. Of course not all the exhibitions in Madrid are always interesting, but can’t the same be said about those other infinitely “cooler” places? I’m not just talking about art, although it is what I can mostly speak for. I’m talking about theatres, concert halls, lectures, films in their original languages, the immortal Filmoteca. I really doubt that living in one if those metropolises guarantees a better eye for good and bad art. It might be better to look from a distance in order to see more clearly. When somebody thinks about dedicating part of his or her life to art writing, why not start somewhere else? Why not, for example, in Madrid?

I dedicate this text to the four people who have read my work closely since I began to write this blog. Thank you very much for your praise and constructive criticisms.

lunes, 4 de marzo de 2013

El hechizo Picasso



Cada vez que veo una novedad de la editorial barcelonesa Elba, me da la impresión de que cada nuevo título que publican es más imprescindible que el anterior. El año pasado escribí acerca de un libro que esta editorial publicó con una selección de cartas de Marcel Duchamp. Dicho libro pertenecía a una serie dedicada a artistas, ideales para disfrutarlos a lo largo de un día, leyéndolo en pequeñas dosis, releyendo quizá ciertos pasajes sin la sensación de que ello ralentiza la lectura.
     El libro que acabo de leer (publicado a finales del año pasado) pertenece a esa misma serie y recoge una serie de pequeños ensayos del crítico David Sylvester (Londres, 1924-2001) sobre Picasso. Quizá lo que me llamó la atención de un libro dedicado al artista del que más se ha escrito fue la extrema sencillez de la edición, sin ninguna ilustración llamativa a todo color. La cubierta es toda azul claro, y no hay nada que distraiga la atención del tema y el autor. Yo conocía a Sylvester por sus célebres entrevistas a Francis Bacon, y ahora se me ha revelado como uno de esos historiadores del arte a los que uno aspira a parecerse. A pesar de ser una traducción –creo que el traductor, José Moreno, ha hecho un buen trabajo– estos textos desprenden la mezcla de cercanía y erudición sin jerga de los escritores de arte que más admiro.
     A lo largo de los cuatro textos que conforman el libro, Sylvester va tocando distintos aspectos de la inmensa figura de Picasso. Empieza por un artículo que escribió con motivo de una exposición retrospectiva del artista que se celebró en 1960. Le sirve de pretexto para hablar de la excepcionalidad que supone el periodo del cubismo analítico en la trayectoria de Picasso. Normalmente asociamos su nombre a un arte de gran vitalidad y virtuosismo, un pintor que parece pintar con la misma naturalidad con la que respira. De ahí que el cubismo analítico –ese arte intelectual por excelencia– resulte como una especie de isla dentro de ese torrencial de creación espontánea que es el resto de su obra. Uno vuelve a pensar en ello al leer otro texto de Sylvester en el que compara la obra del español con la de Duchamp, acaso los dos polos opuestos del arte contemporáneo. Si la asepsia del francés resultaba inconcebible para Picasso, lo cierto es que él también la practicó, brevemente, durante su periodo analítico.
     Otro de los rasgos que Sylvester destaca es el ímpetu con el que Picasso crea, desarrolla y cierra sus etapas. Lo habitual en la obra de un artista es ver una evolución más o menos natural, una sucesión de correcciones o aprendizajes. En el caso de Picasso, resalta Sylvester, no existe tal desarrollo, sino que sus distintas etapas nacen, se desarrollan y mueren en sí mismas. A diferencia de su admirado rival, Matisse, cada nueva etapa de Picasso no es una transformación de la anterior, sino su negación.
     Pero acaso lo más llamativo de Picasso es su capacidad para eclipsar todo lo que no sea él. No es porque no hubiera pintores de su misma talla, que los había. Pero uno puede llegar a olvidar que Picasso recibió estímulos ajenos, que el cubismo seguramente fue postulado primero por Braque, que aprendió cosas de Matisse o que debía mucho a los grandes maestros del pasado. El propio Sylvester se muestra ensimismado mientras recorre esa exposición de 1960, pero el encuentro con dos grandes cuadros de Bonnard y Matisse le recuerda que hay vida más allá de Picasso: “Bajo el hechizo de Picasso, uno había supuesto que la pintura moderna no podía dar más de sí”, dice. Más que ninguna obra en concreto, más que cualquiera de sus invenciones, para el amante del arte moderno quizá sea este hechizo el mayor legado de Pablo Picasso.

Picasso. David Sylvester. Traducción de José Moreno. Elba. Barcelona, 2012.


Picasso's spell

Each time I see a new book published by Barcelona-based Elba, I have the impression that every new title is more indispensable than the last. Last year I wrote a text about a book of selected correspondence by Marcel Duchamp, also published by Elba. It belonged to a series of books dedicated to artists, which, due to their size, are ideal for reading comfortably during the course of one day.

     The book I’ve just finished reading (published last November) is part of that same series, and collects various small essays by David Sylvester (London, 1924-2001) on Picasso. Why I picked up a book dealing with the artist on who so much has been written was probably due to the extreme simplicity of the design, with no full-colour images of famous paintings. The cover is all light blue, with nothing to distract the attention from theme or author. I had read Sylvester’s celebrated interviews with Francis Bacon, and now he has been revealed to me as one of those art historians who one would like to be like. Despite being a translation –I think the translator, José Moreno, has done a good job– these texts distil the knowledge without pretentious jargon that is characteristic of the art writers I most admire.
     Throughout the four texts that make up the book, Sylvester discusses different aspects of Picasso’s immense figure. He begins with a review of the retrospective celebrated at the Tate Gallery in 1960. He uses the exhibition as a pretext for discussing how the period of Analytic Cubism was an exceptional moment in Picasso’s career. We usually associate Picasso with an art of great vitality and virtuosity, a man who seemed to paint as easily as he breathed. That’s why Analytic Cubism –the intellectual art par excellence seems to be a sort of island in the midst of the torrent of spontaneous creativity that is the rest of his oeuvre. We are reminded of this again in another text where Sylvester compares the work of Picasso with that of Marcel Duchamp, possibly modern art’s two opposing poles. If the Frenchman’s aseptic nature was something completely alien to Picasso, the truth is that he himself participated of that nature during his brief analytic period.
     Another characteristic discussed by Sylvester is the energy with which Picasso created, developed and ended his artistic periods. The normal thing to see in an artist is a more or less natural progression, a succession of corrections. In Picasso’s case, Sylvester points out, such a progression doesn’t exist, but rather his different periods are born, develop and die in themselves. In contrast to, say, his admired rival Matisse, each new period in Picasso is not a transformation of the previous one, but its denial.
     But what is maybe most striking about Picasso is his capacity to eclipse everything other than himself. It’s not because there are no painters of his same stature, which there are. But one can end up forgetting that Picasso received foreign stimuli, that Cubism was probably first posed by Braque, that he learned things from Matisse or that he wa in debt to the masters of the past. Sylvester himself says to be amazed and happy whilst visiting the 1960 exhibition, but after seeing a pair of great paintings by Bonnard and Matisse he remembers how there is life outside Picasso: “Under Picasso’s spell, one had supposed that modern painting could not go any further,” he says. More than a particular work, more than any of his inventions, this spell may well be Pablo Picasso’s greatest legacy.



Picasso. David Sylvester. Translation by José Moreno. Elba. Barcelona, 2012.

viernes, 15 de febrero de 2013

Plástico

Miquel Barceló, Cossiol Dogon, 2012
Aunque todavía no es una antigualla, me da la sensación de que el término "artes plásticas" está cada vez más en desuso. El sustitutivo "artes visuales" quizá abarque mejor el amplio espectro de las prácticas artísticas actuales, pero es un concepto que por sí solo dice muy poco. A mí me hace pensar en un arte muy higiénico, dirigido desde la distancia por el cerebro. Me imagino al artista sentado en una silla en un extremo de la sala moviendo los objetos con la vista hasta que éstos han quedado colocados en su sitio preciso. Las dos exposiciones que vi la semana pasada me hicieron pensar en artistas que se levantaban de la silla y trabajaban.
     Yo no conocía a Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) hasta que saltó a los medios de comunicación la polémica en torno a su famosa cúpula en la Sala de los Derechos Humanos de Ginebra. Fue un espectáculo bastante lamentable: por un lado, la prensa conservadora aprovechaba la oportunidad para hacer zafias críticas al artista y al gobierno de entonces, mientras en la acera de enfrente los ofendidos progresistas defendían la cultura a toda costa como si ésta fuera patrimonio exclusivo de la izquierda. Este mareo de prejuicios era el único conocimiento que tenía del célebre pintor hasta que dos años más tarde se celebró una gran exposición en el CaixaForum de Madrid. La visité y descubrí a un artista de enorme talento.
     Ahora me he acercado a su exposición en la galería Elvira González. Aunque presenta unos cuantos lienzos, la muestra se centra en obras hechas en barro, motivo por el que el artista ha presentado un texto convenientemente titulado “Manifesto de barro”. En la exposición he recordado lo mucho que Barceló me recuerda a Picasso. Sé que la comparación no es nueva, pero me resulta difícil no asemejar la voracidad de ambos, esa insaciable curiosidad que los lleva a adoptar nuevos materiales o disciplinas. Barceló habla de la cerámica como una forma de pintura, como un medio más rápido que el dibujo. “La arcilla blanda es como aire, es casi un líquido”, dice en un vídeo colgado en la página web de la galería. Mirando estas piezas de barro cocido que Barceló ha deformado y vapuleado, a mí me ha dado la impresión no de estar viendo obras acabadas, sino de estar presenciando su transformación en directo: vigilo de reojo a una que está hundida por la mitad porque da la sensación de que en cualquier momento puede respirar y volver a su forma originaria de vasija.
Genovés, Trayecto, 2012
     En otra galería a poca distancia de la Elvira González me encontré con muchedumbres agitadas. Muchedumbres o puntos en el espacio, como ha dicho en varias ocasiones el propio Juan Genovés (Valencia, 1930). Siempre me pregunto adónde irán todas estas personas. A veces se dirigen todos hacia un mismo lado del lienzo; otras veces, cada uno camina anárquicamente por su lado; otras, las figuras se concentran en torno a un punto del cuadro, dándole a uno la sensación de estar presenciando un acontecimiento importante.
     Pero lo que más me he preguntado siempre al ver cuadros de Genovés es en qué momento se le ocurre a alguien que un pegote de pintura puede convertirse en el cuerpo de una persona. Es posible abstraerse por un momento del hecho de que estas manchas representan diminutas figuras humanas y recrearnos en el mero espectáculo estético, pero lo cierto es que estas audaces composiciones lo son todavía más cuando a esos puntos en el espacio les añadimos piernas y tenemos la sensación de estar presenciando una masa de gente en agitado movimiento. Lo cual me lleva a otra pregunta: ¿parecerían igual de agitadas estas figuritas si las manchas fueran planas y no estos pegotes de pintura acrílica con tanto relieve? A mí se me hace imposible imaginar una solución más eficaz que esta, aunque eso no signifique que no exista. Es el gran engaño del arte: un mismo tema puede ser presentado por distintos artistas de las más diversas maneras; si las obras son buenas, todas y cada una de ellas nos parecerán verdades absolutas.
     Aunque casi todas las obras de arte que veo entren en la categoría de “plásticas”, ha sido después de ver estas dos exposiciones cuando he pensado que aún no es demasiado tarde para reivindicar el carácter más artesanal del arte. No hay que echar mucha imaginación para hacernos una idea de cómo trabaja Barceló. Me gustaría saber, en cambio, cómo es el proceso que sigue Genovés. Artes plásticas se refiere a manipulación de materia. No es cuestión de elegir entre las manos o el cerebro: en el vídeo al que hice referencia antes, Barceló dice que la pintura es una “herramienta de pensamiento”. Eso sí, cuando se pinta “hay que pensar antes y después, pero nunca durante”. Quizá sea pedante hablar de los artistas como magos, pero sé que nunca dejará de fascinarme cómo un buen artista puede transformar nada en algo, sea esa nada un lienzo en blanco, un montón de barro o un objeto aparentemente inútil al que, mediante el ingenio y la habilidad, uno puede dotar de nuevos significados. Además, es mucho más divertido mancharse las manos que mirar desde un extremo de la sala.

Miquel Barceló. Galería Elvira González. General Castaños, 3. Madrid. Hasta el 27 de marzo. Juan Genovés: Obra reciente. Galería Marlborough. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 16 de marzo.


Plastics

Although it’s not yet been banished from our vocabulary, I feel that the term “plastic arts” * is gradually becoming obsolete. Its substitute, “visual arts”, may cover more efficiently the large spectrum of the arts today, but it’s a concept that, for me, says very little. It makes me think of a very hygienic art, directed at a distance by the brain. I imagine the artist sitting on a chair, moving the objects with his eyes until all the pieces have been put in their exact place. The two exhibitions I saw last week made me think of artists rising from their seats and working.
     I didn’t know Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) until his famous decoration of the dome of the Human Rights Hall at the UN headquarters in Geneva reached the media. It was a disgraceful show: on the one hand, the conservative press took advantage of the situation to grossly criticise the artist and the Government while, on the other side, the offended supporters of that Government defended the work as if culture was only a left-wing affair. These prejudices were the only knowledge I had of the painter until a great exhibition was held at Madrid’s CaixaForum. I visited it and discovered an artist with enormous talent.
     Now I’ve visited his exhibition at Elvira González gallery. Although there are a few paintings, the show is basically focused on works made out of clay. The artist has written a text conveniently titled “Clay Manifesto.” At the exhibition, I’ve remembered how much Barceló reminds me of Picasso. I know the comparison has been made before, but it’s evident that they both possess that same hunger and curiosity that makes them take on new challenges continuously. Barceló speaks of ceramics being a form of painting and a quicker medium than drawing. “Soft clay is like air, it’s nearly a liquid,” he says on a video that can be seen on the gallery’s website. Looking at these pieces of fired clay that Barceló has deformed and beaten, I have the impression that I’m looking not at finished works but rather still witnessing their transformation.
     In a gallery not far away, I find myself with agitated crowds of people. Crowds of people or points in space, as Juan Genovés (Valencia, 1930) himself has said on several occasions. I’ve always wondered where all those people are going. Sometimes they all walk in one direction; at other times, everyone goes their own way; and at others, they all gather around a specific point of the canvas, giving one the impression that they are witnessing an important event.
     But what I most often wonder when I look at a painting by Juan Genovés is when it occurred to him that a shapeless blob of paint could become a human body. It’s possible to simply enjoy these paintings merely aesthetically, but the truth is that these audacious compositions become even more so when we add legs to those jots of paint and have the feeling of looking at a mass of people moving. Which leads me to another question: would these figures resemble movement if they were plain instead of these dense jots of acrylic paint? I can imagine no better alternative, although that doesn’t mean other solutions don’t exist. It’s art’s great trick: one same theme can be presented by various artists in a great variety of ways; if the works are good, each and every one of them will seem to us like absolute truths.
     Although most works of art I see enter the category of “plastic arts”, it’s after visiting these two exhibitions that I’ve thought that it’s still not too late to speak in favour of the more manual nature of art. One doesn’t need a great deal of imagination in order to think how Barceló works. I would like to know, on the other hand, what Genovés’s process is like. Plastic arts means manipulation of materials. It’s not a question of choosing between the brain and the hand: in the video I talked about earlier, Barceló says that painting is a “tool of thought.” That said, “you should think before or after, never during” painting. It may sound pedantic to speak of artists as magicians, but I will never cease to be amazed by how a good artist can transform nothing into something, be that a blank canvas, a lump of clay or an apparently useless object which can acquire, through wit and ability, new meanings. That it’s much more fun to get your hands dirty than to look from a distance goes without saying.

Miquel Barceló. Galería Elvira González. General Castaños, 3. Madrid. Until 27th March. Juan Genovés: Recent Works. Galería Marlborough. Orfila, 5. Madrid. Until 16th March.

*I am aware that “plastic arts” is an expression that is rarely used in the English-speaking world, but it is the name that painting and sculpture has traditionally been given in Spain.

viernes, 1 de febrero de 2013

EMERGE '12

Entrevista a Rafael Pérez Hernando y Francisco Carpio

Aunque sus orígenes se remontan a 1996, la Galería Rafael Pérez Hernando abrió oficialmente sus puertas en el año 2004. Desde entonces, se ha esforzado en promocionar a artistas poco conocidos. Yo visité por primera vez la galería hace tres años y me encontré con una exposición dedicada a Giorgio Griffa, un veterano con una sólida trayectoria pero muy poco conocido en España. Aunque casos como este no son poco habituales, la galería se caracteriza por su interés en artistas emergentes. No sorprende, por tanto, que el título de su exposición actual sea “EMERGE”. La muestra nace de una colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria, que anualmente convoca un concurso en el que estudiantes de arte de toda España presentan sus proyectos de final de carrera. Este año, a los ganadores se les ha dado la oportunidad de ver su obra expuesta en esta galería madrileña. Aunque la exposición cierra sus puertas esta semana, me ha parecido interesante conocer la opinión de Francisco Carpio –comisario de la exposición y profesor en la Francisco de Vitoria– y el propio Rafael Pérez Hernando acerca de la exposición.

PREGUNTA. La galería abrió sus puertas hace ocho años: ¿qué le lleva a uno a abrir una galería de arte?
RAFAEL PÉREZ HERNANDO. Necesidad personal.
P. Gracias a su galería, he descubierto a grandes artistas de los que nunca había oído hablar. Para mí, las galerías de arte son lugares donde aprender. Para usted, ¿qué función cumple una galería de arte? R.P.H. Mostrar lo que uno cree.
P. Al visitar sus exposiciones, a uno le da la impresión de que usted expone a artistas que le gustan de verdad, al margen de modas y tendencias puntuales. ¿Cómo se guía para elegir a “sus” artistas?
R.P.H. Me gustan, me motivan, me inquietan, me dicen algo…
P. ¿Cuánto hay de pasión, riesgo y capricho en su actividad como galerista?
R.P.H. 10 sobre 10.
P. ¿Cómo está afectando la crisis económica a las galerías?
R.P.H. Igual que la respuesta anterior.
P. Centrándonos en la exposición actual, ¿cómo surge la colaboración entre la galería y la Universidad Francisco de Vitoria?
R.P.H. Por pura casualidad; creo que les gustó el espacio y nos lo propusieron.
FRANCISCO CARPIO. Este es el primer año que realizamos EMERGE en la galería de Rafael. Buscábamos un espacio mayor, con más y más flexibles posibilidades expositivas. Conozco a Rafael como galerista prácticamente desde que abrió su galería y siempre me había gustado su apuesta e interés por el arte más joven.
P. ¿Cómo fue el proceso de selección de los artistas? ¿Qué buscaba el jurado?
F.C. Como comisario, me encargo de todo el proceso de selección, tanto de los recién licenciados de nuestra universidad, como –desde las 2 últimas ediciones– de otras facultades de Bellas Artes de toda España. En este caso he seleccionado 5 artistas de las universidades del País Vasco, Barcelona y Castilla La Mancha (Cuenca).
P. ¿Cómo valora el resultado?
R.P.H. Interesante para nosotros. No estaba muy convencido de lo que nos íbamos a encontrar pero Paco Carpio ha realizado una labor excelente. La mayoría de los proyectos nos sorprenden considerablemente.
P. En artistas tan jóvenes, con toda la carrera por delante, ¿qué rasgos intuye en ellos para considerar que tienen un porvenir prometedor?
F.C. Que tengan una voz propia, ya que, aunque las influencias son necesarias, es importante que aporten cosas personales.
P. En muestras como la actual, el papel del comisario se vuelve imprescindible. ¿Lo ve así también para artistas más consolidados? ¿Considera que en ocasiones la figura del comisario puede ensombrecer a los propios artistas?
F.C. Efectivamente, en experiencias como EMERGE, la figura del comisario es fundamental para vertebrar un discurso coherente dada la diversidad de propuestas y lenguajes creativos.  También creo que es muy importante cuando se trata de artistas más consagrados. El comisario actúa de nexo y bisagra entre el artista y el sector del arte, y aporta una base conceptual y discursiva imprescindible.
P. Las obras presentes en la exposición vienen acompañadas de discursos escritos por los propios artistas. ¿Considera que los discursos son imprescindibles en el arte actual?
F.C. Cada vez resulta más necesario fundamentar una obra artística en un discurso coherente y revelador. Absolutamente sí.
R.P.H. Sin ellos el espectador se queda fuera de juego.
P. ¿Qué le exige usted a una obra de arte?
F.C. Que me conmueva y que nunca me deje indiferente. Que me haga sentir y también pensar…
R.P.H. Tal vez demasiado, algo prácticamente imposible, que la obra sea atemporal, ajena al paso del tiempo. Cuando uno observa en el Prado el Descendimiento de la cruz de Roger van der Weyden, o en La Pinacoteca Brera  de Milán, la  Lamentación sobre el Cristo muerto de Mantegna, sólo me queda decir: ¡Tela marinera!
P. Hace un par de semanas, Félix de Azúa aseguraba en una entrevista que llevamos más de treinta años sin arte. ¿Cómo ve usted el panorama general del arte desde su puesto de galerista?
R.P.H. El arte es algo distinto al mercado del arte. Este está terriblemente  manipulado y dirigido. Yo, que soy un sujeto activo de dicho mercado, desde que tengo la galería visito el Prado y el Reina mucho menos que antes. Ah, y no se olvide que abrí mi galería por pura vocación.
F.C. Con todos mis respetos hacia Félix de Azúa, le considero mejor poeta que crítico… Precisamente creo todo lo contrario: el mundo del arte cada vez es más plural, más complejo y más apasionante, y es algo que constato día a día con mis alumnos, futuros artistas…
P. A pesar de que la crisis se está cebando con la cultura, ¿puede un artista joven sacar provecho de la situación actual?
F.C. Nunca ha habido tantas oportunidades (en forma de becas, ayudas, residencias, bolsas de viaje,  certámenes, etc.) para los artistas jóvenes. De todas formas, el único aspecto positivo de la crisis (si es que tiene alguno) es que actuará de filtro necesario para que sólo permanezcan aquellas voces más personales y auténticas.
R.P.H. Posiblemente el artista joven esté en una situación difícil antes y ahora. Deberá seguir adelante erre que erre, sabiendo que tiene una misión u objetivo que cumplir. Normalmente ninguna galería ni nadie le va a hacer ni pito de caso. Por eso… adelante!

EMERGE finaliza esta semana. Se puede encontrar más información acerca de la exposición y los artistas participantes en la página web de la galería: www.rphart.net/

Usua Pérez Echegoyen, La raíz de todo, 2012

Interview with Rafael Pérez Hernando and Francisco Carpio

Although its origins date back to 1996, Galería Rafael Pérez Hernando officially opened its doors in Madrid in 2004. It has since concentrated on promoting unknown or little-known artists. I first visited the gallery three years ago and saw a great show dedicated to Giorgio Griffa, a veteran with a solid career but who is almost a complete stranger in Spain. Despite cases like these, the gallery’s main interest lie in young emerging artists. It’s therefore no surprise to see them host an exhibition titled EMERGE. The show is a joint collaboration with Universidad Francisco de Vitoria (a university in the outskirts of Madrid), who annually hosts a prize for graduating art students from all over Spain. This year, they were given the opportunity to see their work shown at this gallery. Although the exhibition runs until the end of this week, I thought it would be interesting to hear what Francisco Carpio (the curator, as well as a professor at the university) and Rafael Pérez Hernando himself had to say about the exhibition.

Question. How did you decide to open an art gallery?
RAFAEL PÉREZ HERNANDO. It was out of pure necessity.
Q. What is, in your opinion, an art gallery’s function?
R.P.H. It has to show what you believe in.
Q. When I visit your exhibitions, it seems that the artists you choose are artists you truly like. What do you look for in “your” artists?
R.P.H. They’re artists I like, that motivate me, that unsettle me, that say something...
Q. What percentage of passion, risk and pure impulse goes into your job?
R.P.H. It’s a hundred per cent of everything.
Q. How is the economic crisis affecting the world of art galleries?
R.P.H. The same as above, one hundred per cent.
Q. How did the collaboration between the gallery and Universidad Francisco de Vitoria come about?
R.P.H. Pure coincidence; I think they liked our space.
FRANCISCO CARPIO. This is the first time we do EMERGE at Rafael’s gallery. We were looking for a larger space, with more flexible exhibiting possibilities. I’ve known Rafael practically since he opened the gallery and I’ve always liked his interest and promotion of young artists.
Q. How was the selection process?
F.C. As curator, I’m in charge of this process, and had to choose amongst the recent graduates of our university as well as from others from around Spain. In this case, I’ve selected five artists from the universities of the Basque Country, Barcelona and Cuenca.
Q. What’s your view on the result?
R.P.H. Interesting. I wasn’t too convinced on how it would turn out, but Francisco Carpio has done an excellent job. The majority of the works surprised us considerably.
Q. When you’re dealing with artists as young as these, what do you see in them that makes you think they have a promising career ahead of them?
F.C. I see they have their own voice. Although influences are necessary, it’s important for them to provide their individual views.
Q. In exhibitions like these, the role of the curator is essential. Do you think this is also the case for more renowned artists? Do you think that, in some cases, the curator can overshadow the artists?
F.C. For sure, in projects such as EMERGE, the role of the curator is fundamental in order to construct a coherent narrative. I also think it’s very important when the artists are more renowned. The curator acts as a link between the artist and the art sector, and provides a key conceptual support.
Q. The works in the exhibition each come with an essay written by the artists themselves. Do you consider these types of written discourses to be indispensable in art today?
F.C. It’s becoming increasingly important to base the works of art on coherent and eloquent discourses. Absolutely.
R.P.H. Without them, the spectator is left out of the game.
Q. What do you demand from a work of art?
F.C. I want it to move me and never to leave me indifferent. I want it to make me feel and also think.
R.P.H. Perhaps I ask too much, something impossible, and that is for it to be timeless, alien to the pass of time. When looking at The Descent from the Cross by Roger van der Weyden at the Prado Museum or Mantegna’s Dead Christ at the Pinacoteca Brera in Milan, one can only say, “My goodness!”
Q. A few weeks ago, Félix de Azúa [acclaimed Spanish writer and philosopher] said that there’s been no art for the last thirty years or so. How do you see art today from your respective positions?
R.P.H. Art is not the same as art market, which is terribly manipulated. I am an active member in this market and, since I opened my gallery, I visit the Prado and the Reina Sofia much less than before. And don’t forget I opened my gallery out of pure vocation.
F.C. With all my respects for Félix de Azúa, I consider him to be a better poet than a critic... I think exactly the opposite: the world of art is ever more varied, complex and exciting, and it’s something I see each day in my pupils, future artists.
Q. Despite the fact that the economic crisis is being hard on culture, do you think a young artist can somehow take advantage of the current situation?
F.C. Never before has there been so many opportunities for young artists: scholarships, residencies, contests... The only positive aspect of the crisis, if any, is that it will act as a necessary filter so that only the more personal and authentic voices remain.
R.P.H. Probably, a young artist has the same difficulties now than before. He or she must continue, knowing that they have a mission to accomplish. Normally, no gallery will take them very seriously. That’s why I say: keep going!

EMERGE runs until the end of this week. Further information about the exhibition and the participating artists can be found on the gallery’s website: www.rphart.net/